martes, 3 de febrero de 2015

Tropas en el andén


Algunos de los besos en el andén de la entrega anterior eran entre soldados que partían y mujeres que quedaban a la espera de un retorno incierto, y es que, desde el inicio de su existencia, el ferrocarril ha cumplido una función estratégica en los sucesivos conflictos bélicos. Los suministros parten de los ramales que entran en las factorías y de las estaciones de mercancías; los soldados parten y son recibidos en los andenes.

La pintura ha sabido plasmar la atmósfera de los andenes a la partida de los soldados cuando, en un espacio relativamente pequeño, se dan cita la marcialidad, las órdenes de los oficiales, las escenas dramáticas de despedida, los vendedores y las chanzas nerviosas de los soldados que quieren aparentar normalidad ante los que han acudido a despedirlos. El óleo de 1888 de Konstantin Savitsky, Marcha hacia la guerra, es un muy buen ejemplo de esta complejidad. Nótese que, a pesar de la multitud de temas como los citados, lo que destaca es el drama de la separación de los dos amantes: él girándose hacia ella, ella sostenida por amigas o parientes.

Le Départ des poilus, août 1914 (1926) de Albert Herter, que preside los andenes de salida de la Estación del Este de París, tiene una temática similar. El pintor americano realizó la obra como homenaje a su hijo muerto en Francia en los últimos meses de la Gran Guerra. En esta composición no hay soldados bailando ni militares dando novedades, predominan los padres que abrazan a sus hijos pequeños en el andén antes de la inminente partida.


La fotografía se ha ocupado de documentar partidas a ritmo de arenga y música de banda, recibimientos victoriosos con discursos encendidos y llegadas discretas de tropas derrotadas. También episodios peregrinos de tropas en difíciles fidelidades, como las de esta fotografía tomada en la estación de Sopron el 21 de octubre de 1921 y que corresponde al segundo descabellado intento del depuesto káiser del Imperio Austro-húngaro, Karl I, de recuperar la corona de Hungría.


También el cine ha recreado escenas militares en estaciones, especialmente el cine béico, pero como ejemplo tomaremos un fotograma de la superproducción británica Nicholas and Alexandra (1971), que utilizó la madrileña estación de Delicias en la escena en la que el zar despide y bendice a las tropas que parten en convoyes hacia el frente. El zar y la zarina reparten medallitas que han sido bendecidas por los popes presentes en el estrado. Una banda militar toca desde una tarima y la estación entera esta adornada con banderas y estandartes. 


Tanto la pintura, como la fotografía, como el cine transmiten la idea de que la partida de la tropa al frente es dura y dramática, tanto para los que se marchan como para los que se quedan; todo lo contrario de lo que parece indicar este cartel de reclutamiento, que presenta a los soldados como una alegre peña de amigos que se marchan de juerga invitando al espectador a enrolarse con el argumento de que "hay sitio para ti". Arte al servicio de la propaganda.